-No sé quién dijo que si un chimpancé se sentara ante una máquina de escribir y se pusiera a teclear, más tarde o más temprano conseguiría escribir un libro. Supongo que ésta es una manera como cualquier otra de acercarse a la literatura del mono.
-La literatura del mono: una buena frase.
-Sí, la verdad es que me ha salido redonda.
-¿Y el otro juego?
-¿El de la ensalada? Es más sencillo. Consiste, simplemente, en que varias personas anotan en un papel una palabra. Después lo doblan sin que nadie lo vea, y lo depositan en una ensaladera, por ejemplo, de ahí su nombre. ¿Bien?
-Bien.
-Las palabras se extraen de la ensaladera en un orden determinado, y el objetivo es escribir un texto donde figuren las palabras seleccionadas en el mismo orden en el que fueron extraídas.
-No parece muy complicado.
-Depende de las palabras. Imagine, por ejemplo, algo del estilo de: FAROL, MAYONESA Y FUSIL... De todos, modos, le iba a proponer intentarlo. Elija cinco palabras del diccionario, al azar.
Me lo tendió, lo abrí cinco veces y seleccioné las palabras de un vistazo. El resultado fue el siguiente:
COLGADURA DIFUSO
JORDÁN QUINA VÍBORA
-Tal vez tenía razón -dije-, depende de las palabras. Éstas no son fáciles.
-Tómelo como unos deberes -dijo mientras anotaba las palabras en un papel-; usted se queda con una copia, y yo con otra. La próxima vez, veremos qué hemos conseguido.
-Perfecto.
Acepté el papel que me tendía como si fuera un guante. Un desafío. Y así quedó la cosa. Salí de la tienda dándoles vueltas a las palabras. Colgadura, difuso, Jordán, quina y víbora. Otro nuevo lío...
Jesús Marchamalo; La tienda de palabras; SIRUELA, 6ª Ed.; 2010.
(Págs. 120- 121)
Tomando de referencia este fragmento de Jesús Marchamalo, los alumnos de 2º de ESO A han aceptado el reto que propone Matías y han creado sus propias "ensaladas de palabras"...
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